REMEDIOS CASEROS VARIOS….

El agua puede utilizarse en diversas formas para aliviar el sufrimiento. El agua caliente bebida antes de comer (aproximadamente poco menos de medio litro), nunca producirá daño alguno, sino que resultará beneficiosa.
Una taza de té preparada con calamento [calaminta, hierba gatera, Nepeta cataria] tranquilizará los nervios.
El té de lúpulo es bueno para inducir el sueño. Las cataplasmas de lúpulo aplicadas sobre el estómago servirán para aliviar el dolor.
Si los ojos están débiles, si están doloridos o inflamados, pueden aplicarse paños de franela suave mojados en agua caliente con sal, con lo cual se producirá alivio rápidamente.
Cuando la cabeza está congestionada, puede obtenerse alivio colocando los pies y las piernas en un baño de agua caliente con un poco de mostaza.
Hay muchos otros remedios sencillos que contribuirán notablemente a restablecer el funcionamiento saludable del cuerpo. El Señor espera que utilicemos estas preparaciones sencillas; pero las necesidades extremas del hombre constituyen las oportunidades de Dios. Si descuidamos de hacer aquello que está al alcance de casi cada familia, y pedimos a Dios que alivie el dolor cuando somos demasiado indolentes para emplear esos remedios dentro de lo posible, estaremos manifestando nada más que presunción. El Señor espera que trabajemos a fin de conseguir alimento. No es su intención 342 que reunamos la cosecha a menos que rompamos los terrones, labremos el suelo y cultivemos el sembrado. Entonces Dios envía la lluvia, el calor del sol y las nubes para hacer prosperar la vegetación. Dios trabaja y el hombre colabora con él. Y así es como llega el tiempo de la siembra y el de la cosecha.
Dios ha hecho crecer hierbas para que el hombre las utilice, y si comprendemos la naturaleza de esas raíces y hierbas, y las empleamos acertadamente, no habrá necesidad de correr con tanta frecuencia en busca del médico, y la gente tendrá mejor salud de la que tiene actualmente. Creo en la conveniencia de pedir la ayuda del Gran Médico cuando hemos utilizado los remedios que he mencionado. [Carta 35, 1890 (A un obrero en el campo misionero)]. (MS II 340-342)