TRATAMIENTO NATURAL – SU ELECCIÓN
«Si estuvieras dispuesto a mantener un cuerpo sano, ayuna y camina, si buscas un alma sana, ayuna y ora. Caminar ejercita el cuerpo, los ejercicios de oración el alma, el ayuno limpia ambos» (Francés Quearles, escritor del siglo XVI).
La Sra. X, de Nueva Inglaterra, nos ha llamado para decirnos que acababa de ser diagnosticada con un cáncer terminal de colon. Se sospechaba de una extensión a los ganglios linfáticos y una cirugía mayor, radioterapia y quimioterapia ya habían sido programadas. Como alternativa, decidió rechazar estos procedimientos y comenzó a tratarse a sí misma con hierbas, ayuno, jugo y un estilo de vida perfecto. Su familia se mudó a una zona rural, ella se convirtió en una cristiana devota y vivió 18 años más antes de que un dolor de espalda la alertara de que el cáncer se había extendido. Cuando lo diagnosticaron la enfermedad le habían dado, como máximo, una esperanza de seis meses de vida. Pero ella quería ver a su hijo menor cumplir los 16 años; ahora ya tenía 31. La Sra. X estaba muy satisfecha de la decisión tomada.
Se realiza el diagnóstico y anuncian a una persona que tiene cáncer. Ahora, ¿qué es lo que sucede? ¿Qué es lo próximo? La mayoría de las personas sienten que son de algún modo inmunes al cáncer, así que cuando reciben el diagnóstico, el shock, la incredulidad, el miedo y la negación ponen las bases para que otros opinen y los guíen a realizar tratamientos que no elegirían si ellos tuvieran la posibilidad de considerar los tratamientos naturales. Por ello, debería ser el paciente y su familia quienes tuvieran el derecho de tomar las decisiones importantes sobre el tipo de tratamiento a seguir ante el cáncer. Lo positivo de tal decisión es que el paciente dejará de sentirse impotente; ahora él está al control de decisiones que, de ahora en más, afectarán su vida. De suma importancia es que el paciente tenga confianza en los métodos médicos que se le explicarán. Debe tomarse el tiempo para informarse plenamente, reunir toda la información posible y poner en una balanza los pro y contras de los diferentes tratamientos a tomar, sus riesgos e implicaciones. Para ello le sugeriría que leyera libros, revistas y diarios, todo esto acompañado de la oración para poder discernir quién es el responsable de estos artículos.
No es bueno quedarse sólo en la teoría, sino pasar a la práctica. Lo ideal es conversar con personas que padezcan o hayan padecido cáncer y realicen distintos tratamientos. De esta manera el paciente no sólo se quedará con la teoría, sino que habrá conocido una experiencia de vida. Téngase en cuenta, además, que debe ser coherente con dicha búsqueda, considerar el tipo de cáncer y qué tan avanzado está para poder realizar una comparación realista de los casos. De esta manera el paciente estará capacitado para combatir el cáncer de la mejor forma, plenamente convencido no por teorías, sino más bien por el peso de la evidencia. Si usted elige ser uno de estos pacientes, hay muy buenas noticias; porque los pacientes que piensan, ponen en la balanza el peso de la evidencia y luego actúan en base a ella son los que han demostrado tener una tasa de supervivencia mucho mayor que aquellos que de mala gana realizan quimioterapia.
Los pacientes que luchan contra el cáncer capacitándose y estando plenamente convencidos del tratamiento que realizan no sólo viven más tiempo, sino que tienen mayores probabilidades de experimentar una remisión o curación de los cánceres.
Siempre aconsejo a mis pacientes que se informen con dos o tres profesionales de la salud, y que se informen tanto como les sea posible. Lo que el paciente debería preguntarles es cuáles son los efectos adversos de los tratamientos propuestos y la expectativa de vida ya sea si realizan el tratamiento como si lo rechazan. Además debería informarse acerca de los costos, ya que quizá por este lado se convenzan de que la ruta natural, puede ser la mas beneficiosa para su caso; no sólo desde lo económico, sino desde el nivel de bienestar del paciente, que no experimentará de la misma manera los efectos adversos de los tratamientos tradicionales sobre su organismo.
Las preguntas entonces serían: “¿Qué tan agresivo es mi cáncer?” “¿Cuáles son mis posibilidades de supervivencia?” “¿Necesito un médico especialista en cáncer (oncólogo)?” “¿Cuáles son los costos?”
Para la búsqueda de información general sobre el cáncer recomiendo visitar la Asociación Americana del Cáncer: http://www.cancer.org/Espanol/index o sitios como Medlineplus: http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/
Estos sitios son una excelente fuente para entender la enfermedad en forma más profunda. En algunos de ellos hay tutoriales explicativos. Lo que sí debería evaluarse por el peso de la evidencia es la eficacia de los tratamientos allí propuestos, a través de los testimonios expuestos.
Una vez que el paciente haya realizado sus investigaciones es bueno que se haga tratar con un médico capacitado en medicina. Ese profesional deberá contar con la información científica que sustente su posición. Y ésta, a su vez, debería estar sustentada por la Palabra de Dios. Todos estos elementos brindarán al paciente la seguridad y la confianza en que está siguiendo el camino correcto.
Es verdad que hay muchas modalidades para tratar el cáncer en cuanto a medicina natural se refiere. Si el tratamiento que usted está aplicando se basa en cambios radicales en su vida, sepa que está haciendo lo correcto. Una medicina natural auténtica es aquella que no sólo proporciona frascos de remedios, “yuyos” o “hierbas” sino que hace hincapié en los principios de salud, abordando al ser en su parte física, mental y espiritual. A cada plan de tratamiento se le debe dar la debida consideración y un juicio justo. Un plan debe estar escrito y contener una lista con los diversos tratamientos que se utilizarán. El paciente debería mantener un programa de estudio continuo con su médico, y probar cosas nuevas que parezcan razonables y esperanzadoras.
Por otro lado no es seguro dejarse guiar por impulsos o presentimientos de que tal o cual cosa le hará bien, especialmente si no tiene la base científica para sustentar su pensamiento. Además, si le ofrecen salud con tratamientos caros, desconfíe. Siempre hay que tener en cuenta que ningún ser humano tiene la cura para el cáncer, sino más bien Dios, quien capacita a los seres humanos o a sus hijos enfermos. Nuestro amoroso Padre celestial, tiene un remedio para cada enfermedad. Simplemente tenemos que buscarlo. Lo importante es diseñar un programa de tratamiento bajo la guía divina del Espíritu Santo.
Recomendamos, también, la lectura del libro El ministerio de curación, de Elena G. de White. Este libro contiene los principios de salud para el tratamiento de todas las enfermedades. Pida fuerzas a Dios para poder llevarlos a cabo.